SER DIFERENTE
El otro día estuve en un curso anti-estrés. Fué muy ameno e instructivo. El profesor nos explicó que en la fase 1 de la reacción de alarma, lo que se conoce como estrés agudo, nuestro cuerpo se inunda de adrenalina, en consecuencia nuestro corazón se acelera, nuestro cerebro se agudiza y nuestros músculos se tensan dispuestos a dar lo máximo de sí. Esta fase ocurre en condiciones naturales, pongamos por caso, ante el ataque de un león. Así, gracias al estrés agudo, podemos escapar más facilmente, con más velocidad y encontramos salidas que en condiciones normales no veríamos.
El problema se presenta porque en la vida actual, hay pocos leones por las calles, ¿cuando aparece esta reacción de alarma en una persona "civilizada" ? Es frecuente, por ejemplo, cuando llegamos tarde, y contra toda lógica, decidimos ir en coche a trabajar. Nuestro cerebro, agudizado, no deja de repetir "llego tarde, llego muy tarde", nuestros músculos están tensos, nuestro corazón bombea a 100 por hora, nuestros nudillos blancos por la presión se aferran al volante de nuestro coche parado en el atasco que se forma siempre (por la ley de Murphy) cuando llegamos tarde y decidimos ir en coche para adelantar.
En consecuencia, y aplicada como soy, hoy he puesto en práctica lo aprendido. Esta mañana me he aplicado mi discreto pero imprescindible maquillaje de funcionario clase A, me he puesto la ropa que sólo me pongo para ir a trabajar (esa que vende la imagen de eficaz y competente profesional), me he colgado al hombro mi cartera portafolios y me he ido a trabajar en bicicleta.
La sensación ha sido maravillosa, cuanto más prisa tenía más rápido iba y más energía gastaban mis músculos, aprovechando así la elevada frecuencia cardíaca y metabolizando rapidamente la adrenalina que corría por mis venas. He llegado al trabajo con un sano color rosado en mis mejillas, la respiración ligeramente jadeante y un peinado algo desenfadado que desentonaba con el resto de mi atuendo.
Los compañeros me miraban estupefactos mientras yo ataba mi flamante bicicleta, sonrisas complices, alguién que incongruentamente me preguntaba "¿a Dónde vas Marilyn? (como si no fuera obvio), y otro que graciosamente me sentenció "¿en bicicleta, hoy precisamente que está lloviendo?.
Bueno, nadie es perfecto.